El sentimiento se hizo murmullo,
como pared de enredadera
tejida de mullida rabia,
la mirada huyó como pájaro
que dormitaba en secos árboles,
y ahí sin piel ni nervios
se fecundaba un amor,
fue resplandor huidizo
que agonizaba sin poder ser nacimiento,
o acaso viento sutil
en sus brazos carentes
de verdad,
infidelidad mezquina
que engendra cobardes,
e inflama los cuatro jinetes
y deriva a las musas su veneno mortal,
ella inventa caricias
en una servilleta de papel,
mientras desayuna cicatrices,
suspiros y recuerdos
celados
por un caballero gris,
se fue el olvido árido,
no hay segmentos ni alfileres
más afilados entre su alma
y el adiós a su agonía,
mientras muere y muere
ya no hay vida que vivir.
Arwen