Ya
no vuelvas a subirme al cielo
para
luego dejarme varada,
no
incites al silencio
a
ser mordido entre palabras,
enamoradas,
urdidas, pegadas,
ya
no seas mis tres puntos suspensivos
anudados
a tu alma,
en
un yacer eterno entre espumas
de
un mar muerto, sin esperanza,
ya
no vuelvas a sacudir mis pieles
haciendo
de mi mapa, un imposible destino,
y
la campana toque cada nota
de
ese réquiem aún vivo,
ya
no vuelvas a subirme al cielo
para
dejar suelta mi cintura,
mis
gemidos indefinidos
la
silueta de mis carnes sedientas,
ya
no vuelvas a subirme al cielo
para
soltar cada pedazo
de
mis sueños, rotos, heridos,
porque
cariño mío no tengo vértigo
y
a mi altura nunca estuviste, ¡qué ciego!
Arwen
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